Hace varios años Reineris Salas quiso probar suerte en la gimnasia, sin saber que su futuro estaría en un deporte totalmente diferente. En la lucha libre encontró sus mayores resultados, fue tres veces campeón mundial, varias veces medallista panamericano y en 2016 llegó hasta el quinto lugar olímpico. Sin embargo, es ahora con su medalla de bronce en Tokio 2020 que completa su historial.
A sus 34 años el cubano llegó a la capital nipona para competir en su última cita estival. Antes había estado en Beijing y en Río, pero en ninguna de las dos pudo subir a un podio que persiguió una y otra vez. Ahora parecía alejársele de nuevo, porque su rival por la medalla de bronce, el azerí Sharif Sharifov comenzó delante el combate y concluyó el primer parcial con ventaja de 2-0.
Reineris fue junto a sus entrenadores y escuchó callado los mismos consejos que ya conocer en su extensa carrera en el equipo nacional. No bajar la guardia, moverse, aprovechar el menos desliz para quebrar las defensas de un hombre que llegó aquí como campeón olímpico defensor.
Así inició el segundo parcial, con un cubano dispuesto a no dejarse arrebatar la única presea que le faltaba en sus vitrinas.
Enseguida consiguió dos puntos y emparejó el duelo. “Ahora o nunca” —se dijo—, pero apenas pasó otro poco más y el rival de nuevo estaba delante. El reloj era entonces otro adversario, pero “el gimnasta” no iba a darse por vencido. Un esfuerzo más, otra, y entonces dio el empujón decisivo.
El azerí estaba fuera del colchón y el combate estaba igualado. Solo 30 segundos hasta el final, porque él había marcado de último y eso lo beneficiaba. Solo había que aguantar medio minuto.
El cubano cumplió y no dejó oportunidades libres. Esta era su momento. Lo había construido desde que abrió con dos victorias ante el bielorruso Aliaksandr Hushtyn y el macedonio Magomedgadji Nurov. Luego solo perdió frente al extraclase Abdulrashid Sadulaev, pero la historia no había terminado.
Quizás por eso cuando por fin se supo medallista de bronce Reineris Salas respiró calmado, en medio del sudor por el combate y la tensión de ser el único librista cubano que logró avanzar aquí.
Pensó en todos los años entregado a un deporte que ahora lo verá partir como medallista olímpico, pero también en ese cambio de la gimnasia por la lucha que tantas alegrías le ha dado a un hombre que ahora se viste de bronce para decir adió.
Cubadebate.
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