El mercado cambiario es el espacio donde se compran y venden divisas lo que permite conectar la moneda nacional y las monedas extranjeras. El precio mediante el cual se adquieren las divisas es lo que se conoce como tasa de cambio. La política cambiaria tiene como propósito principal influir sobre este precio y su estabilización en función de los objetivos de desarrollo económico.
En este mercado, los oferentes de divisas son: empresas exportadoras, visitantes extranjeros, receptores de remesas y otros agentes que reciben divisas; mientras que los demandantes son: agentes de la economía que tienen necesidad de importar, viajar al extranjero o que requieren divisas para otros fines.
Un mercado cambiario resulta indispensable para conectar a los agentes productivos con el exterior, tanto para sus necesidades de insumos mediante la importación, como para la venta de sus producciones a través de la exportación.
De ahí que este mercado y su tasa de cambio influyen en todos los precios de la economía. En general, permite el acceso de los agentes económicos de manera legal y oportuna a las divisas, ofreciendo seguridad, confianza y transparencia. Contribuye al desarrollo de una planificación eficiente basada en mecanismos económicos y financieros y a un mejor clima para la inversión extranjera directa.
Además, el logro de la estabilidad de la tasa de cambio permite controlar las presiones inflacionarias. Cuando un mercado cambiario es ineficiente y no funciona correctamente, genera distorsiones que impiden cumplir los objetivos mencionados anteriormente, limitando las capacidades productivas, de crecimiento económico y de desarrollo del país.
Por todo ello, resulta fundamental la creación y desarrollo de un mercado cambiario oficial para la economía cubana. Este mercado cambiario debe ser capaz de satisfacer la oferta y la demanda de divisas, y por tanto garantizar, mediante una tasa de cambio económicamente fundamentada, las operaciones cambiarias en las dos direcciones (compra y venta).
Al mismo tiempo, debe permitir el acceso desde la moneda nacional a todos los bienes y servicios de la economía, eliminando la dolarización. En este proceso de desarrollo del mercado cambiario resulta fundamental lograr la estabilidad de la tasa de cambio, a partir de garantizar el equilibrio macroeconómico.
Para ello es esencial avanzar en la reducción del déficit fiscal y de la emisión monetaria; el redimensionamiento del sector estatal a partir de una mayor eficiencia y eficacia del gasto público; el control de los salarios sin respaldo productivo, de las utilidades excesivas y de los pagos a privados, entre otros factores.
El objetivo final debería ser constituir un mercado cambiario para toda la economía con una tasa de cambio única que garantice la conexión con las divisas desde la moneda nacional. Se debe tener en cuenta que la instrumentación del mercado cambiario es una parte de un andamiaje mucho mayor, donde ninguna medida aislada traerá por sí sola resultados satisfactorios, y que, como un todo orgánico, tendrá más impacto cuando se despliegue en su totalidad el conjunto de transformaciones del que forma parte.
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