A justo un mes de que el calendario marque el primer año de que la vida de todos los cubanos se trastocara, con el reporte de los primeros casos de COVID-19 en el país (11 de marzo de 2020), aún no parecemos haber interiorizado que “aprender a vivir con el nuevo coronavirus” no significa negación del riesgo, pérdida de la percepción del peligro y la amenaza que representa, temeridad, inercia o continuar el curso “normal” de la vida.