El 28 de octubre de 2018 el trovador cubano Silvio Rodríguez acudió a la cita que le hizo el intendente de Avellaneda –importante municipio del cordón urbano de Buenos Aires– y dio un recital público y gratuito ante 100 000 espectadores. “La audiencia en vivo más grande de mi carrera”, declararía más tarde el cantante. Y a pesar de que ese concierto fue un hito por las cifras de concurrencia y en la marca indeleble que dejaría para siempre en la psique colectiva de esa ciudad, la magia no concluyó al bajar el telón. Incluso podríamos decir que fue precisamente allí, tras la despedida, en donde lo más perenne y fecundo comenzó a nacer, pues al concluir el concierto fluyó una energía creadora de enormes consecuencias.