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Temporadas ciclónicas, el ACE una medida más precisa

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Nos vamos acercando al mes de mayo, que para todos los cubanos es esperado por las propiedades que a sus lluvias se atribuyen. También, como mes previo al inicio de la temporada ciclónica, comienzan las miradas a buscar los pronósticos sobre el comportamiento de la que se aproxima.

Los pronósticos de temporada ciclónica tienen su principal importancia en que permiten la planificación de ciertos recursos y aseguramiento en función de la posible actividad ciclónica. Aunque ninguno de ellos actualmente es capaz de pronosticar qué zona o país será afectado, en algunos casos se expresan valores de probabilidad por regiones o países en función del comportamiento histórico normal y el esperado.

Normalmente, estos pronósticos expresan valores como cantidad de sistemas o tormentas nombradas, es decir aquellas que alcanzan al menos la categoría de tormenta tropical al superar los 63 kilómetros por hora de vientos máximos sostenidos; cantidad de huracanes y de estos cuántos de gran intensidad (categoría 3 o superior en la escala Saffir-Simpson). Las depresiones tropicales no se incluyen porque son sistemas muy débiles que no se desarrollaron, al no encontrar condiciones ambientales favorables. Hacen uso de modelos y herramientas estadísticas y con un enfoque climatológico; por lo que ningún valor o rango pronosticado debe analizarse por separada, sino compararlo, de alguna manera, con el comportamiento promedio o normal.
Una nueva medida

Algunos incorporan otro tipo de métricas, como la ACE (Energía Ciclónica Acumulada, por sus siglas en inglés) que refleja la intensidad de las tormentas en el tiempo, a través de la temporada. Esto se hace sumando el valor de velocidad de los vientos máximos sostenidos al cuadrado, en nudos, dividido entre 10000, por cada 6 horas. La conversión de kilómetros por hora a nudos se realiza dividiendo por 1,852.

Por ejemplo, un huracán con vientos máximos de 150 kilómetros por hora, acumula en un día 2.62 unidades de ACE, cuya magnitud real es 104 kt2 (nudos al cuadrado). Con estos cálculos se busca diferenciar a ciclones con intensidades similares, pero que tuvieron evoluciones diferentes en el tiempo, a su vez que temporadas con la misma cantidad de tormentas, pero con intensidades y periodos de afectación bien distintos.

Estos cálculos para la temporada 2020, que estableció récord con 30 tormentas nombradas, indican que tuvo una ACE de 180, un valor que la ubicaría por detrás de otras 12, casi todas ellas (excepto 2005) con más de 10 ciclones menos que esa.

Entre las entidades emisoras de este tipo de información tenemos desde consorcios privados, centros meteorológicos como el Centro Europeo de Pronóstico a Mediano Plazo o la NOAA de los Estados Unidos y claro está, el del Instituto de Meteorología, que será emitido a comienzo del mes de mayo. También otros centros de investigación en universidades emiten sus predicciones, entre ellos la Universidad Estatal de Colorado (CSU), uno de los más esperados y seguidos internacionalmente.

El “pronóstico cubano” es el único emitido por un centro enclavado en un país no desarrollado, acumulando ya casi 30 años de experiencia en el desarrollo y la emisión de este tipo de pronósticos.
Si la temporada fuera muy activa,¿es mayor el peligro?

Vamos, para cerrar, a centrarnos en el pronóstico emitido por la Universidad de Colorado, que podemos decir que está siempre entre los cinco grandes, teniendo en cuenta la relevancia que se le da a esta fuente, un aval ganado no solo por ser el centro pionero en el desarrollo de esquemas de predicción estacional de ciclones tropicales. Dicho centro ha predicho en su información emitida el pasado 4 de abril, una temporada ciclónica muy activa, con números asombrosos: 23 ciclones tropicales nombrados, de ellos 11 huracanes y 5 de gran intensidad.

Pero quizás una de las cifras que más se han difundido es la novedosa probabilidad de impacto de ciclones tropicales, que fue incluida por primera vez en estas informaciones. La misma expresa la probabilidad de que al menos un ciclón tropical pase a unos 80 kilómetros de los límites de un territorio.

En el caso de Cuba, la probabilidad enunciada de afectación de al menos un ciclón tropical a Cuba es de un 92 %, un valor alarmante, no menos que el 71 % de que al menos lo haga un huracán y 39 % de que sea de gran intensidad. Sin embargo, esos mismos resultados van acompañados de otros datos que es importante comentar, ya que mucho se han enfocado solamente en estos valores y como dijimos no pueden ser analizados sin vincularlos al comportamiento habitual.

En el caso de este año los valores pronosticados están por encima de los históricos, por lo que de cumplirse estas predicciones la probabilidad sería mayor de lo normal. Sin embargo, como comentamos anteriormente, no es posible hacer un pronóstico de cuándo se van a formar cada uno de ellos y como se moverán, por lo que estas estimaciones se basan sobre todo en relacionar que tan activa sea la temporada con una mayor probabilidad de afectación.

Es decir, asumen que a mayor cantidad de ciclones, mayor es la probabilidad de que un territorio sea afectado, algo que a priori es lógico, sobre todo si habláramos de sistemas que siempre se van a formar y mover de la misma manera. En la realidad no ocurre así y en temporadas de menor actividad Cuba ha sido afectada por mayor cantidad de sistemas o de diferente intensidad y viceversa. Vamos a poner algunos ejemplos y de paso hacer uso del ACE en esas comparaciones, ya que es otra de las maneras de “medir” qué tan activa es una temporada ciclónica, para algunos más real que solo fijarse en la cantidad de ciclones y sus categorías.

Dos años tristemente recordados por su temporada ciclónica en Cuba: 2008 y 2017. El primero, Cuba fue afectada por 4 ciclones tropicales, tres de ellos de gran intensidad: Gustav, Ike y Paloma, cuya relevancia eclipsó a la tormenta tropical Fay, a tal punto que muchos no la recuerdan. El segundo, por la afectación de Irma, el único huracán categoría 5 en afectar a Cuba en más de 80 años. En ambas temporadas hubo una cantidad similar de tormentas nombradas 16 y 17 respectivamente, aunque en el segundo hubo 10 huracanes, dos más que en 2008. Sin embargo solo “nos tocó” Irma, muy intenso, pero solo uno. Si analizamos la ACE de ambas temporadas, sí se diferencia bien el comportamiento con 145.8 y 224.8 respectivamente, en los dos casos por encima del valor promedio para una temporada en el periodo de 1991 a 2020, que es de 123.

Por tanto, ni la cantidad de sistemas ni la novedosa ACE, cuando indican valores pronosticados altos, podemos decir ciegamente que es una probabilidad certera de que algún ciclón nos afecte.

Un caso que no podemos dejar de mencionar es el año 1995, con 19 tormentas nombradas, 11 huracanes y 5 de gran intensidad, para una ACE de 227.4, por encima de las de 2017, en la que los ciclones “evitaron” a Cuba.

La próxima semana le estaremos dando continuidad este tema, analizando específicamente las condiciones que tenemos actualmente y la evolución que se espera que tengan durante el “semestre ciclónico”.

(Tomado de Cubadebate)

 

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