Cuba amaneció este lunes como ansiaba hacerlo hacía ya mucho tiempo. Demasiados meses de pandemia confinaron a los más pequeños en casa, pero la ciencia cubana hizo posible el milagro. Soberanos y felices llegaron a las aulas para el reencuentro; tras el nasobuco podía dibujarse la sonrisa que unos pocos intentaron apagar.
Mientras medios extranjeros pintaban desde las redes un país en caos, con colores de estado fallido a cada trazo, nuestros médicos, maestros, científicos, obreros, campesinos… salieron como cada mañana a dar lo mejor de sí por este archipiélago, empeñados en construir un modelo quizás utópico pero posible, si cada quien hace la parte que le toca y le pone amor.
La pandemia que aún nos acompaña y con la cual deberemos aprender a convivir, arrancó muchas vidas. Ningún sistema de salud del mundo estaba preparado para tamaño incremento de casos, y Cuba no fue la excepción.
Fue entonces el momento de crecer como seres humanos, y quedan por ahí como testigos que deben perdurar, varios grupos de solidaridad, tejidos también entre las redes sociales, para donar medicamentos, insumos, alimentos o simplemente amor, en tiempos de carencias materiales y espirituales.
Hubo y hay, bochornosamente, mucho de oportunismo en medio de la cruel enfermedad, cuando, aprovechando las carencias propias de una Cuba bloqueada, y financiados por el Gobierno de Estados Unidos, algunos intentan desestabilizar el orden constitucional, aprobado por la mayoría de los cubanos.
Aunque en las redes sociales suelen magnificarse, no hallan un respaldo significativo en el pueblo, ese que ansía mejorar económicamente, pero a base de esfuerzo, sin restricciones de Estados Unidos y bajo la bandera del Socialismo.
Nadie niega los problemas que, más allá del bloqueo, laceran nuestra cotidianidad. Como nuestros, hemos de juntarnos para resolverlos: ¿qué mejor que este proceso de rendición de cuenta para ventilarlos todos y depurar cuantos podemos solucionar si le ponemos corazón a la obra común?
Noviembre trae esperanzas, con un elevado por ciento de la población vacunada y la apertura del turismo, motor impulsor de la economía. Regresa una normalidad que exige aún el uso del nasobuco y que trae aires nuevos, a la par de las múltiples transformaciones anunciadas.
Enfocarnos en materializar cada idea, sin burocratismos ni esquemas, escuchando y sacando del discurso de cada quien lo mejor para la mayoría, son tareas urgentes de este curso escolar que no comenzó solo para los niños sino para todos los cubanos. Como país se nos pone a prueba cada día, y estamos obligados a sacar Sobresaliente.
Tomado del artemisadiario
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