Jornada de seis medallas para Cuba.

Una leyenda llamada Mijaín

Tenerlo delante impresiona. No tanto por su estatura de gigante o por sus brazos de puro músculo; tampoco por su voz atronadora, su mirada de fuego, o porque sea el luchador más temido por los rivales desde que en 2005 ganó su primera medalla en un campeonato mundial. Mijáin López impresiona porque con 38 años y cuatro títulos olímpicos que lo convierten en el luchador más laureado de todos los tiempos, aun conserva esa pasión de los inicios.

Quizás esa sea una de las claves que le permitió llegar hasta Tokio y agrandar su leyenda. Como mismo ocurrió en Río, aquí tampoco surgió un rival que le lograra marcar al menos un punto. Ni siquiera el turco Riza Kayaalp, el único con el don de vencerlo en los últimos años. Tampoco lo consiguió el georgiano Iakobi Kajaia, un hombre que llegó a una final histórica contra la leyenda.

“Estamos demostrando que nada nos vence. Yo solamente estoy cumpliendo con mi trabajo y haciendo lo que me enseñaron mis antecesores. Esto es una alegría más para el pueblo”, aseguró.

Cuando terminó su combate y pasó la emoción del triunfo, Mijaín se quedó por un instante en el centro del colchón. Fue un momento casi imperceptible, como si quisiera respirar de una bocanada todo el oxígeno que hay dentro del Makuhari Messe Hall. Es el minuto más íntimo del campeón. Quizás el justo tiempo en el que recuerda la primera vez que ganó un combate, o cuando se propuso ser campeón olímpico.

Para Mijaín son 29 años desde aquel inicio. En tanto tiempo ganó cinco campeonatos mundiales y ahora llega a su cuarta corona olímpica. Nunca antes un luchador había repetido tantos títulos bajo los cinco aros. “Todos los atletas hemos tenido nuestros altibajos por la pandemia, pero llegar hasta aquí ha sido muy importante”, dice el hombre con el que hoy todos quieren conversar.

Uno de los primeros en hacerlo fue el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien lo elogió por la fortaleza mostrada en el colchón y el dominio en cada combate. A su vez, felicitó al colectivo de entrenadores y le reafirmó al campeón cómo el pueblo ha disfrutado su triunfo.

“Este es un triunfo para Cuba —le dijo Mijaín aun con la bandera encima— y es gracias a la Revolución y a Fidel que hoy estamos aquí. Le dedico mi victoria a él. Sin su visión para el movimiento deportivo no estuviéramos aquí hoy”.

Durante cada pelea el cubano lució inmenso, imponente. Cuando terminó la final un oficial técnico confesó que “parece de otro mundo”; otro dijo que “es un niño sin rivales”. Todos querían una foto, un recuerdo del hombre que ha engrandecido la lucha sin dejar de sonreír. Apenas faltan tres años para los olímpicos de París y muchos lo imaginan allá, pero el campeón prefiere la prudencia.

“Tengo que tomar un tiempo para descansar y pensarlo —confiesa—. Como dijo Fidel, mientras uno tenga capacidades físicas y mentales para hacerlo bien, no hay problema. Yo me siento bien y me voy cuando yo quiera”.

Luis Orta: La sorpresa del oro para Cuba

Luis Orta dio la gran sorpresa de los juegos para Cuba y se convirtió en el primer campeón de la Mayor de Las Antillas en Tokio. En un combate sumamente cerrado y de constantes ataques, el criollo nunca dejó robarse la iniciativa y derrotó al japonés Kenichiro Fumita.

Una y otra vez el local intentó desestabilizar al antillano, pero una férrea defensa y un excelente trabajo táctico del cubano lo hicieron fracasar una y otra vez. La oportunidad más clara fue cuando Orta estuvo en la posición de inferioridad, pero aun ahí supo evitar los puntos en su contra y pudo contraatacar para ampliar su ventaja.

“Este es un resultado que llega gracias al trabajo de todo el colectivo técnico, al esfuerzo de todos y a la excelente preparación”, aseguró el antillano aun con la bandera sobre los hombros.

Minutos después de obtener la victoria Luis Orta conversó con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien le transmitió a nombre del pueblo su admiración por la victoria.

Por su parte, Orta le reafirmó que este triunfo iba dedicado a su pueblo de La Güinera, en el municipio de Arroyo Naranjo. “Cuando a las cosas se le pone corazón todo sale”, le aseguró.

Oda al sacrificio: Plata olímpica para Leuris Pupo

 

Desde 2019 ni Leuris Pupo ni el resto de los integrantes del equipo cubano de tiro deportivo participaban en una competencia oficial. Durante ese tiempo dedicaron cada sesión de entrenamiento a mejorar la técnica, fortalecer la condición física, afinar la puntería.

Pocas veces lograron escuchar el ruido seco de los disparos, porque la carencia de balas es una constante para este deporte. Sin embargo, hoy Leuris Pupo es otra vez medallista olímpico.

Nueve años después de su título en Londres 2012, Leuris ganó ahora una presea de plata en una competencia espectacular. Casi no puede avanzar a la final, pero en la instancia decisiva sacó la casta y la experiencia que le dan sus seis incursiones olímpicas y remontó posiciones hasta quedar solo por detrás del francés Jean Quiquampoix, artífice de unos 34 puntos que igualan el récord olímpico en poder del cubano.

Pupo consiguió 29 y ninguno de los otros cuatro rivales que tomaron parte en la final logró sobrepasarlo. Abrió discreto con una tirada de tres, pero enseguida afinó puntería y marcó otras series de cinco y cuatro dianas. Entonces comenzó la eliminación directa. Quedar último tras cada ronda implicaba decir adiós.

Primero abandonó el chino Junmin Li. Luego le tocó el turno al campeón olímpico defensor, el alemán Christian Reitz, y más tarde se despidió el sudcoreano Daeyoon Han.

Ya solo quedaban tres y Pupo tenía segura su segunda medalla olímpica. Además del oro en la capital británica, su expediente tiene un noveno puesto en Sydney, el octavo en Atenas, séptimo en Beijing y quinto en Río. Es el más grande tirador cubano de todos los tiempos.

“Si en Londres tuve un buen resultado —dice en apenas un susurro— aquí también sabía que podía hacerlo. En el mundo somos un pequeño grupo en la élite y ese fue el que llegó a la final en Tokio, así que ya los conocía y me sentía confiado”.

En la penúltima serie el chino Yueghon Li soltó primero los proyectiles, pero sus tres dianas no le bastaron para alcanzar al criollo. Desde las gradas par de banderas cubanas subieron por encima de las cabezas.

A la izquierda del grupo de cubanos, la Presidenta del Comité Organizador de los juegos, Seiko Hashimoto, observaba la competencia. En una esquina del polígono de disparos, Meinardo Torres, el histórico entrenador de los caribeños, lucía imperturbable.

Leuris disparó por última vez solo para cumplir el protocolo. El francés ya era inalcanzable y él solo quería disfrutar con los suyos una medalla de plata que confirma una gran verdad. “Hemos sabido sobreponernos a todas las carencias materiales y la falta de competencias —aseguró— y el tiro siempre ha dado la cara en los torneos internacionales”. Esta cita es el vivo ejemplo de esa consagración.

Yaimé Pérez gana bronce en jornada de seis medallas para Cuba

Aunque no llegó a sus mejores marcas del año, la cubana Yaimé Pérez ganó el bronce en la final del lanzamiento del disco femenino, una prueba que consagró a la estadunidense Valarie Allman como la mejor de la temporada.

La antillana tuvo un mejor disparo de 65.72m, conseguido en la ronda de apertura, aunque luego no logró mejorarlo con sucesivos envíos de 62.16m, 63.30m y 65.20m. Sus últimas salidas al círculo terminaron en envíos nulos.

En una final que estuvo detenida varios minutos por lluvia y que afectó el ritmo normal de la prueba, la cubana no pudo remontar un excelente primer disparo de Allman (68.98m) y luego vio cómo la alemana Kristin Pudenz la desplazaba de la segunda plaza con marca personal de 66.86m en la quinta ronda de disparos.

Ella fue una de las pocas que pudo mejorar luego de la lluvia. Otra que también lo consiguió fue la croata Sandra Perkovic, ahora cuarta con una mejor marca de 65.01m.

Juan Miguel y Massó: Tercer doblete histórico para Cuba

Cuando Juan Miguel Echevarría sintió que su lesión en el bícep femoral le impedía saltar por sexta vez, se arrodilló justo sobre la tabla de despegue y golpeó el suelo con los puños. "Lloré pero no por la alegría de la medalla de plata -dice- sino por el dolor de perder el oro".

Hasta hacía solo cinco minutos Juan Miguel iba a convertirse en campeón olímpico. Llegaba al último salto como el líder de una prueba discreta, en la que su brinco de 8.41m parecía bastarle para el título. Y de hecho fue la marca ganadora, pero el griego Miltiadis Tentoglou lo igualó en el intento final y lo sacó de lo más alto gracias a un segundo mejor resultado.

Todo ocurrió en los últimos compases de la prueba. El europeo, líder del año, ante el caribeño, número uno de la clasificación. Cosas del deporte, dirán algunos. En Sydney 2000 a Cuba le tocó disfrutarlas con aquel brinco postrero de Iván.

Hoy a Pedroso le tocó estar en las gradas animando a Juan Miguel, y también a un Maikel Massó ganador de una medalla de bronce que pasará a la historia. Solo en dos ocasiones previas Cuba había disfrutado más de una presea olímpica en una misma prueba: en 1996 con los nadadores Rodolfo Falcón y Neisser Bent, y en 2004 con las martillistas Yipsi Moreno y Yunaika Crawford.

Esta tercera vez llegó marcada por la sorpresa de Maikel, dueño de unos 8.21m en su primer intento que lo pusieron dentro del podio. Desde ese momento nunca más lo abandonó, aunque un tirón en su pierna derecha también lo sacara rápido de competencia.

"Esta medalla marca un paso importante. El próximo año vendrá un Massó diferente. Es una sensación increíble y nunca me había sentido así. Espero cosas mejores en el futuro", aseguró.

En una final reñida, Massó decidió no realizar sus cuatro últimos saltos y se dedicó a observar a Juan Miguel. Cuando terminó ambos se abrazaron junto al cajón de arena que los vio consagrarse.

"En cada intento di lo mejor de mí -asegura Juan Miguel- aunque realmente el salto donde aposté menos fue el de 8.41m. No obstante, desde que vi la competencia sabía que el griego era el único que podía saltar más que eso, y al final igualó mi marca".

"Me duele la vida, el alma, la pierna. Me duele todo. Me esforcé al máximo hasta que pudiera. Soñé tanto a Cuba en lo más alto del podio que ahora siento que perdí. Me pesa más la derrota que la medalla de plata", confiesa el subcampeón.

Es una sensación que muchos tienen ahora, por el calor del momento y porque realmente era posible este título, pero no pudo ser. Pero dentro de unas horas, mañana, pasado, habrá que pensar también cuánto significa para el presente y para el futuro, esas preseas olímpicas al cuello de dos jóvenes que ni siquiera pasan de los 22 años.

 

Cubadebate.