¡Gracias Idalys!
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La japonesa Akira Sone la contempló callada. En medio de la alegría por ganar una medalla de oro esperada en su país, la nipona vio descender del tatami a una mujer que se le hizo sumamente difícil y durante casi nueve minutos la obligó a exigirse al máximo. A casi doce mil kilómetros, otra Isla también la observó en medio de la madrugada, porque en un país acostumbrado a seguir a sus campeones, Idalys Ortiz jamás está sola.