Aunque se ha controlado la situación epidemiológica es imprescindible el actuar responsable de la población

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Mucho hemos aprendido en Cuba desde que en marzo de 2020 se detectó el primer paciente positivo a la COVID-19. Escenarios epidemiológicos diversos, y en ocasiones sumamente complejos, implicaron comenzar a desarrollar acciones que nos permitieran identificar cambios en la circulación del virus y qué incidencia podían tener entre la población cubana.

 
Justo con ese propósito, desde el propio inicio de la epidemia en el territorio nacional, comenzó a desarrollarse en el Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” la vigilancia genómica, encaminada a estudiar las características del SARS-CoV-2 circulante. Son investigaciones que requieren de costosos reactivos y un tiempo más prolongado que el que se necesita para obtener los resultados de un PCR.
 
Más de 2 300 muestras se han analizado desde entonces hasta la fecha. Eso nos ha posibilitado disponer de información acerca de las variantes genéticas, su incidencia en la situación epidemiológica en determinados lugares, así como su relación con la severidad de la enfermedad y la respuesta de personas vacunadas ante cada una de ellas. Son todos elementos que nos aportan herramientas muy útiles al momento de adoptar decisiones para enfrentar el virus y contrarrestar sus efectos.
 
Si bien desde marzo de 2020 en Cuba se ha identificado la circulación de 22 variantes o subvariantes del virus, con mayor o menos incidencia en el comportamiento de la enfermedad, la vigilancia genómica que se ha realizado desde diciembre del pasado año hasta la fecha evidencia que ha sido la variante Ómicron la predominante en el país.
 
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¿Qué muestran los estudios?
La circulación de la variante Ómicron BA-1 fue predominante de diciembre 2021 a mediados de marzo 2022. En ese periodo se reportaron 112 mil 972 pacientes positivos y el promedio diario de contagios fue de mil 299 casos. Fallecieron 189 personas y la letalidad fue de 0,17%.
 
A partir de marzo del presente año y hasta mediados del mes de junio fue la variante Ómicron BA-2 la de mayor circulación. Los enfermos en esos meses ascendieron a 29 mil 705, con un promedio diario de 330 confirmados. Se produjeron 26 muertes como consecuencia del virus, lo cual significó una letalidad de 0,09%.
 
Desde esa fecha de junio y hasta la segunda quincena de noviembre predominó la variante Ómicron BA-5. Se diagnosticaron 4 mil 840 enfermos, con un promedio diario de 31. En esos días se confirmó el fallecimiento de una persona, para una letalidad de 0,02%.
 
Estudios recientes llevados a cabo en nuestros laboratorios confirman que en estos momentos prevalece la circulación de la variante Ómicron, subvariantes BQ-1 y XBB-1. Desde mediados de noviembre se han confirmado 526 nuevos pacientes, con un diagnóstico promedio de 13 casos en el día. La letalidad en este periodo se mantiene en cero, pues desde hace 18 semanas ningún paciente muere en Cuba a causa de la COVID-19.
 
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Si bien la circulación del virus y sus variantes en nuestro país ha estado inevitablemente marcada por el comportamiento de la epidemia en el mundo, el control que hemos logrado sobre la enfermedad y el estado inmunitario de nuestros pacientes son fortalezas que nos ubican en un mejor momento epidemiológico.

No obstante esa realidad, el alza de contagios que se ha producido en los últimos días es una clara alerta a nuestra población de que la COVID-19 no ha desaparecido. Que sus síntomas sean más leves en quienes se contagian y hayamos podido retomar las actividades cotidianas en el país en condiciones sanitarias más favorables, no es motivo para descuidar acciones que todos conocemos constituyen garantías para el control de la enfermedad.

Las cifras de la última semana —la número 51 del año— muestran que respecto a los anteriores siete días el reporte de casos en Cuba creció en un 53,7%: fueron 196 los pacientes confirmados, aunque sabemos que no todos los casos son diagnosticados debido a la evolución favorable que tiene la mayoría de los enfermos. En siete territorios —La Habana, Matanzas, el municipio especial Isla de la Juventud, Mayabeque, Guantánamo, Villa Clara y Artemisa— se concentra el 80,1% de los casos en este periodo.

Aun cuando no son cifras alarmantes, si las comparamos con otros escenarios epidemiológicos vividos en el país, y en estos momentos el 98,6% de la población vacunable tiene completo su esquema de vacunación, resulta imprescindible reforzar varias de las medidas que están contenidas en nuestro Plan de enfrentamiento al virus.

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En tal sentido, llamamos la atención a nuestra población —ante la aparición de síntomas respiratorios— sobre la necesidad de acudir a los servicios de Salud, así como adoptar las medidas de distanciamiento y protección personal en el hogar, donde es imprescindible extremar la higiene individual y colectiva, dando máxima importancia al uso del nasobuco y al lavado de las manos.

 
Desde el Ministerio de Salud Pública insistimos en que se debe respetar el aforo y mantener el distanciamiento físico en lugares donde se realicen actividades que impliquen concentración de personas, al tiempo que recomendamos mantener el uso del nasobuco en esos casos y también cuando se asista a actividades en espacios cerrados.
 
Igualmente, no se debe acudir al trabajo, la escuela o eventos sociales si se presentan síntomas respiratorios. Estamos en la obligación de extremar medidas de vigilancia y aislamiento en los hogares de ancianos, casas de abuelos, círculos infantiles y otras instituciones donde comparten grupos de personas que además pudieran ser vulnerables a la enfermedad.
 
Al igual que desde el momento en que la COVID-19 significó una amenaza para nuestro país, desde el Ministerio de Salud Pública mantenemos un monitoreo constante de la enfermedad y de ser necesario se propondrá al Grupo de trabajo temporal del Gobierno para la prevención y el control del virus la actualización que sea necesaria sobre las medidas diseñadas para el control de la epidemia.
 
Como parte de ese seguimiento sistemático recientemente realizamos una reunión con expertos y científicos en la cual se decidió comenzar a aplicar dosis de refuerzo con nuestras vacunas a embarazadas del último trimestre de gestación que seis meses antes recibieron su última vacuna, así como a mujeres que todavía lactan a sus bebés.
 
De igual manera, se administrará una nueva dosis de refuerzo a población de riesgo y a los mayores de 70 años, en tanto se completará la segunda dosis de refuerzo a las personas entre 19 y 48 que no la han recibido. En todos los casos solo podrán ser vacunados si han transcurrido seis meses de la anterior aplicación.
 
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Atentos ante la evolución del dengue
Otro tema que es de constante atención en el país es la evolución de la epidemia del dengue, de cuyo control también depende la estabilidad sanitaria en el territorio nacional.

Si bien las cifras de contagios durante las últimas semanas muestran un comportamiento más favorable de la enfermedad, ello no significa que ha dejado de ser un riesgo para nuestra población. Téngase en cuenta que al concluir la última semana se constataba transmisión en 13 provincias, 32 municipios y 50 áreas de Salud. Las tasas de incidencia más elevadas de casos sospechosos estaban en Ciego de Ávila, Camagüey, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus, Villa Clara, Guantánamo y Las Tunas, con comportamientos por encima de la media del país.

Los estudios de vigilancia molecular del dengue que se han realizado muestran que en estos momentos circulan los cuatro serotipos de dengue, con un predominio del 3.

Como elementos favorables considero oportuno señalar que, respecto a la semana anterior del año, en la número 51 disminuyeron la tasa de incidencia de casos sospechosos de dengue, en un 25,1%, y la focalidad del vector, en un 9,0%. Son 15 las semanas consecutivas en que disminuye la incidencia de casos sospechosos en el país.

No obstante ese escenario, donde se evidencia un control de la situación epidemiológica que vive Cuba, reiteramos que resulta imprescindible el actuar responsable de nuestros organismos y la población.

CUBADEBATE