El hombre-escudo frente a la ferocidad

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1.2 Mejias Artemisa

Aquel 11 de julio parecía otro domingo común, solo que la covid había quebrado la pasividad para reunir a las autoridades del barrio en la Conformadora de Guanajay. Era preciso declarar la zona en cuarentena, debido al contagio, y el centro colaboraba en el afán de salir ilesos.

El oficial operativo Lázaro Rivera Pérez recuerda el aviso de que varios muchachos daban orientaciones de rebelión a los municipios vía telefónica en la carretera al Jobo.

“Salí hacia el lugar junto a mis compañeros; los detuvimos y fueron conducidos a la Unidad Provincial de Investigación Criminal, emplazada en el poblado de Cuatro Caminos.

“Sospechábamos sobre una marcha, pero al llegar a la PNR nos sorprendió comprobar que ya se habían concentrado ciudadanos enfurecidos gritando consignas indecentes contra la Revolución y su Presidente Miguel Díaz-Canel”, fiel a la actitud del Comandante en Jefe en contextos difíciles.

La orientación consistió en trasladarse lo antes posible a la sede del Comité Municipal del Partido, objetivo estratégico de quienes, en nombre de la paz, jamás dudaron en mancillarla.

“Defendimos la sede con el secretario al frente, junto a dirigentes de organizaciones políticas y de masas y una representación del pueblo guanajayense. A las consignas subversivas respondimos de manera enérgica, en favor de nuestra obra social de más de 60 años”.

Lázaro perdió su nombre de pila hace mucho tiempo; en Guanajay todos lo conocen por Mejías, apodo heredado del padre. Desde el 11 de julio de 2021, este hombre de corta estatura y gigantescos principios será recordado también por interponer su anatomía frente a los agresores del Primer Secretario del Partido del municipio, lo cual le costó sufrir la ira en carne propia.

El hecho derivó en un proceso penal en el cual compareció como testigo. “Desafortunadamente, conozco a tres de los muchachos, y uno vivía en mi cuadra. Hasta el momento nunca han existido agresiones físicas ni verbales en mi contra”.

A sus 56 años no acude a su memoria otra jornada tan inestable. “Nos tomó de sorpresa esa situación; estamos convencidos de que no volverá a ocurrir. Para eso combatimos siempre, apostamos a incrementar la vigilancia y preservar la historia que nos trajo hasta aquí”.

Los ojos de Mejías reflejan nostalgia al hablar de Fidel, pero su voz nunca se quiebra cuando sostiene convencido que la obra gestada desde 1959 nos trasciende a todos, y tenemos la enorme misión de inmortalizarla, día a día.

Tres décadas de labor en la Conformadora, el respeto del pueblo, en especial de los jóvenes, además de dos hijas, constituyen los mayores tesoros de Mejías, el hombre-escudo ante la ferocidad, capaz de irradiar amor como mejor antídoto contra el odio.

 

Fuente Periódico El artemiseño